jueves, 28 de junio de 2012

WHEN HAPPINESS AND SUFFERING EMBRACE


Pensando y pensando, me preguntaba cuánto tiempo tendría que pasar después de publicar una entrada tan emotiva como la anterior. La verdad es que no tengo ni idea y ciertamente, cuando una persona llega a esta reflexión, estoy convencido de que ha madurado y ha crecido como tal. No le debo nada a nadie y lo hice porque me salió de adentro, por lo tanto el mensaje ya se envió y seguro que llegó a su destinatario.  Por lo demás, dar las gracias a todos/as por entrar y por compartir parte de vuestro tiempo. Muchas gracias por vuestras palabras de apoyo.

Habré encontrado en la dureza la expresión de mi alma, sentiré en el dolor la cafeína para que mi cuerpo se enrabiete, veré los imposibles como algo motivador para que mi vida tenga un aliciente alcanzable que zanje la desazón que siente mi brújula interior o simplemente es una fuga de la realidad para instalarme eternamente en las quimeras… 

La verdad es que a lo mejor desde fuera se pueda ver una versión más clara y actualizada de mi “YO”, pero sabéis, al levantarme cada mañana y ver que tengo unas cuantas horas del día que son mías…eso…eso no tiene precio, que tengo un trabajo que me gusta y apasiona, aunque al final del mes, en la nómina salga el signo de menos y el cero en la casilla de ingresos. Pensaréis, pero entonces, ¿qué sentido tiene tu vida?, muchísimo pienso yo, el mismo que la tuya o la que se debería dar en los tiempos que transitan. 

Hoy apuesto por el tiempo, los sueños, los objetivos y las metas alcanzables, el tiempo para compartir con las personas que quieres…etc;  y poco al trabajo que no te llena y que lo haces simplemente para que todo lo comentado atrás no se derrumbe como un castillo de naipes. 

Ojalá tuviera ese trabajo por el que estudié y aposté, pero no es así, estoy tranquilo porque tengo los deberes hechos, sé que a lo mejor no alcanzo a esas personas cuyas hojas no tienen fin pero me pregunto; ¿dónde coño estará el fin? porque si dejo que la fogosa sociedad me devore no tendría tiempo para mí y sólo viviría para competir en algo que me hace enrabietarme. Es que no tengo ganas de rivalizar en algo así, nos equivocamos si creemos que esto es la vida y tenemos que devorarnos ferozmente hasta que sólo quede uno…,por dios eso cuando exista un cronómetro, una salida y meta. 

No voy a entrar por el aro de la gente que no me representa para nada, mande sobre mi tiempo, dinero y encima diga que ahora tengo que hacer esto, o necesitas esto o lo otro, porque sé que dentro de un tiempo me pedirán más. Estoy convencido de que me pondrán otro burocrático obstáculo, otro y  otro….tengo lo que me merezco por pensar así, pues según qué ojos puede ser que sí, pero sé que muchas personas confían no en lo que hago, que también, si no en lo que me formé en su día y saben lo que podría aportar a esas personas, otras piensan que soy un charlatán, tonto, gilipollas, un irresponsable y un persona falta de conocimientos.

Muchas gracias a todos/as a los que me apoyan día tras día porque sin ellos olvidaría muchas veces lo que soy y a los me desean lo peor, como dijo un buen amigo, gracias por indicarme el camino que no tengo que seguir para así no parecerme a ninguno/a de vosotros/as.

Por conclusión, diré que hago lo que me hace sentir vivo y feliz, lleno y desbordante de una ilusión y una plenitud inmensa. Como me decía Erika cuando me vio por primera vez competir: Álvaro, ¿ qué sientes cuando estás dentro de una carrera?.

 Y yo le dije: ¿qué transmito cuando me ves?...

Pues, no se te ve para nada una persona que estaba sufriendo o que sufre por estar atrás o delante, te contemplaba y pensaba…, está disfrutando, es que se te veía en los ojos que estabas sumido en un sueño de lo más maravilloso y que despertarte sería un auténtico delito.

Esa es la respuesta, pero esa tiene que ser la respuesta de muchas de las preguntas de esta vida, ese estado de felicidad e ilusión contagiosa…, qué sensación más hermosa tiene que ser estar trabajando en aquello que has estudiado y que te hagan esa pregunta y contestar lo mismo, eso es lo que busco y sé que lo encontraré, no me preocupa el tiempo, hoy en día y gracias a mucho esfuerzo y dedicación sé lo que se siente, he podido encontrar esa sensación en varias facetas de mi vida, el camino ya esta dictado sólo tengo que hacer caso a mi interior, ser reflexivo y siempre andar por palpitaciones, cuantas más, menos riesgo de errar. 

Lamento profundamente haber decepcionado a personas o amigos/as, no haber llegado a las expectativas que pusieron en mí muchas personas o simplemente que vean que el estilo de vida que llevo, mi forma de pensar, no se corresponden con las suyas, y por eso ahora la distancia dicte nuestros pasos en dirección contraria. No os guardo ningún rencor, es más, mientras exista estaré otra vez, si una vez fuisteis ¿por qué no podéis ser otra vez…?.

Vamos al grano después de la reflexión: TRIATLÓN DE CEHEGÍN.


Cuando un triatlón es por la tarde, en verano, en Cehegín y la natación se hace a 32Kms, es decir en Calasparra, en un pantano, lo primero que a uno se le viene a la cabeza es el día tan ajetreado que tendrá que llevar para concluirlo.

Os explicaré un poco cómo fue esta gran aventura. Lo primero de todo es que uno no descansa todo lo que debería por el cansancio acumulado y cómo no, por trabajar la noche de antes. Te levantas temprano con una sensación extraña en tu cuerpo entre adormecido y nervioso, no paras de darle vueltas a la lista de cosas a preparar antes de que Bea te recoja para ir a casa de Héctor para comer. 

La carrera es a las 17.30h, pero tenemos que estar antes allí para recoger los dorsales, preparar la transición a la carrera y dejar las bicicletas en el camión para irnos todos los triatletas en el bus dirección al pantano y todo eso antes de las 15.00h. Por lo tanto, comemos a las 13.30h un exquisito plato de arroz blanco y salimos.

Una vez que estas allí, no sé cómo nos las apañamos pero siempre vamos con prisas; recoger el dorsal, montar las bicis, coger las bolsas con las cosas para toda la competición y que te digan que el bus está a punto de salir y aún estás camino del bóxer…, vamos se vuelve todo una auténtica odisea.  Dejo las zapatillas en su sitio o eso creo porque de camino al bus me asalta el temor de no haberlas dejado en su lugar. 

Las bicicletas cargadas en los camiones que las transportaran al pantano, y mientras nosotros buscando una sombra en la escarpada y desértica zona de espera para subir al bus…, pasan los minutos como horas. El trayecto se me hace largo y pesado, lleno de curvas que hacen que dude de la existencia por poco tiempo del arroz en mí estomago. Comemos plátanos y tarta energética como último refuerzo antes de llegar hasta la penúltima sala de espera.

Tres camiones aparecen por el horizonte. Como un pelotón del ejército a las órdenes del  general, nos dirigimos a los comboys para descargarlas. Calentamos cuesta arriba, el calor sacude mi cabeza con una presión endiablada, por momentos siento que me estoy deshidratando, mi temperatura corporal empieza a elevarse desorbitadamente.

 Una vez colocada la bici en boxes, se abre otra desazón en mí, falta más de un hora antes de que empiecen los chicos a competir; en primer lugar irán las chicas y 15 minutos después nosotros. Desde que salí de casa las horas se me estaban pasando eternas y muchas de ellas de plantón, con la consecuente desesperación y cansancio de estar moviéndote de un lado para otro.

El sol sigue sin tener piedad, lo siento cada vez más dentro de mi cuerpo, el rato que he estado calentando en el agua mi angustia se ha calmado pero una vez fuera, otra vez vuelve a subir la temperatura y mi garganta se seca a los pocos minutos. 

A las órdenes de los jueces estáis, esas son las palabras con las que se empieza un triatlón. El primer segmento; el de natación, tras una salida mala y unos cuantos golpes pude empezar a coger ritmo y así avanzar puestos. Aprendí de este segmento que debo colocarme más adelante, es preferible siempre que me pasen a que yo esté pasando.

La china, como siempre…; las malas transiciones que hago. Si unimos esto al volumen que me falta todavía en bici (el cual pude contemplar, hasta en dos ocasiones, en el trayecto desde el pantano hasta Cehegín), pues... No recuerdo el puesto en el que salí del agua y cogí la bici, pero la cuestión es, como he dicho, que fueron esos dos momentos puntuales en los que me faltaron fuerzas en las piernas para ir con dos grupos que me alcanzaron. El primero la verdad, tras irse, no hizo que me comiera mucho el coco porque pensé que necesitaba calentar las piernas aún más con el paso de los kilómetros; pero el segundo sí que me toco un poco más la moral, y te encuentras de repente en  esa parte de la psicología deportiva en la que te vienes abajo y tu cerebro no conecta con tu físico. 

Y es que comparar hazañas no siempre te ayuda. A veces me han dicho lo bien que voy para el poco tiempo que tengo la bici, hasta yo mismo a veces contemplo con mis ojos cómo subiendo voy muy bien, noto que tengo algo en las piernas de lo cual carecen otros, al menos, en la misma cantidad. Sinceramente siempre he creído que no iba mal en la bici, pero en esta carrera vi todo lo que me falta por aprender y entrenar. 

Y deambulando continué, por esos paisajes que parecían sacados del libro por antonomasia de Miguel de Cervantes, contemplando lo ancha que puede ser Castilla sin salir de la región de Murcia…, la imaginación tiene un gran poder, incluso mucho más que la inteligencia. 


Hablando de la imaginación y de las ilusiones que uno mismo recrea en su cerebro y  que a veces las transporta a la realidad creyéndose un súper héroe o simplemente esa persona que tanto admiras y ves como tu gran ídolo, puedo desde aquí darle respuesta a la pregunta de Erika cuando me vio disfrutando con el triatlón, cuando contempló en el espejo del alma ese  maravilloso transporte de la realidad a la ficción. Intento recordar lo que sentía en esos momentos, es como una especie de mezcla entre la felicidad, ilusión por hacer las cosas bien, esforzarme por alcanzar otra pequeña meta más y por supuesto, evadirme de la realidad, disfrutar cada momento y llevarlo hasta su máxima expresión acompañado con una gran dosis de fantasía e imaginación. Tienes que estar atento en todo momento en lo que haces pero a la misma vez tienes que engañar a tu cerebro, para que segregue un elixir que convierta el dolor y el sufrimiento en alegría y bienestar, y eso se hace con un trabajo previo de motivación día a día que a mí me funciona visionando imágenes y vídeos de todo tipo de deportistas. Luego sólo tengo que sacarlas cuando estoy en el meollo de la competición e imaginarme que estoy dentro de ese vídeo o que soy parte de esa instantánea. 

Por este motivo, cuando se alejaba el segundo grupo, saqué ese álbum de recuerdos de mi mente y empecé a tirar de ellos, y de los ciclistas que me seguían a rueda. La verdad es que el circuito fue durísimo pero también tengo que reconocer que hubo segmentos del mismo que me subieron el ánimo; cuando pasábamos por pueblecitos en los que los  habitantes estaban en la calle animándonos y aplaudiendo me emocionaba muchísimo, es que eran las típicas imágenes de verano de  cuando son las 15.00 de la tarde  y estamos pegados en la televisión viendo el  Tour de Francia, en fin, sin palabras.

Hasta que en el horizonte, y pasados 31km pude contemplar Cehegín os aseguro que las pasé canutas; para que os hagáis una idea, es como esa imagen en que Gandalf lleva a Pippin a lomos de Sombragris y de repente suben un pequeño repecho y aparece majestuosamente la ciudad de Minas Tirith.  Pues eso es lo que sentí en ese momento, una gran sensación de alivio por llegar.

Volvemos otra vez a las andadas con la transiciones dichosas, es más esta vez hasta me sacaron tarjeta amarilla, en fin, tengo que ir pagando la novatada del primer año. Pues con todo eso salgo muy tranquilo, parecía que algo me decía tómatelo con calma que lo que viene ahora no va a ser nada fácil, no pienses que ha acabado aquí lo duro y pesado de esta gran prueba. 


Y tras pasar el primer avituallamiento, me encuentro sorprendido y confundido por lo que ven mis ojos, no doy crédito, encuentro a gente de mi grupo que me sacan una vuelta parada, con tirones, etc….pero no sólo son ellos, hay muchos más que tienen los mismos síntomas y es que la imagen parecía sacada de una película bélica, parecíamos todos un pelotón de regreso al campo base con las heridas de la batalla. Y es que el circuito de pie, era un rompepiernas total, con vertientes que la gente subía andando y con bajadas vertiginosas unidas a la tierra que había en la calzada.  A ver…, eran auténticas autopistas de la muerte, cualquier pequeño fallo lo podías pagar muy caro y la verdad, una vez llegados hasta aquí prefería terminar y dejar el tiempo en un segundo plano, lo primero es guardar la integridad total de uno mismo.

Las tres vueltas al circuito se me hicieron eternas y angustiosas, recuerdo que en la última vuelta la cabeza creía que me iba a estallar, mi cuerpo no podía expulsar tanto calor y sentía una sensación de fiebre unida a una deshidratación bestial; esto tenía que acabar pronto o yo no acabaría. Al llegar, recuerdo que mi tiré ferozmente a la bebida y al suelo esperando a que mi cuerpo  se recuperase de semejante paliza y así pasaron los minutos hasta que me incorporé de nuevo.



Y es que se trata de uno de los triatlones más duros a nivel regional y por ello me siento orgullosísimo de haber sido partícipe de él. La verdad es que me gustaría repetirlo el año que viene, ojalá vuelva a tener esa maravillosa oportunidad…, pero por favor cambiar un poco el recorrido a pie, que es mortal!!!

La dureza y los pasajes dificultosos pueden ser mi signo, puede ser que lo lleve marcado en mi ser y que no haya forma de quitármelo, por eso pienso muchas veces que las malas hierbas siempre crecen en los caminos por los que no debemos andar, pero nunca en verdes praderas porque esas están reservadas para los que se lo merecen. Cuando estemos en uno de ellos debemos retroceder para emprender la subida a su cumbre, sé que es dificultoso hacer el camino adverso pero a veces es necesario, el crecimiento a veces llega por caminos difíciles y estoy convencido de que subir y subir pensado siempre en tu meta y objetivo, con un paso firme y humilde es lo mejor, porque desde quince mil metros de altura todo lo que observemos será maravilloso, hermoso y tendrá un valor incalculable. No tengo duda de ello. Por eso ando hacia el encuentro de mi “YO” que está a 15mil metros de altura, no me importa lo que me quede, sino lo que ya he recorrido, y lo que he encontrado en el camino me compensa todo lo que llevo andado, he encontrado algo indescriptible….ánimo amigo/a. 

Muchas gracias a todos/as!
Saludos

"Cuando la felicidad y el sufrimiento se abrazan..."

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